Durante los años de la invasión musulmana, muchos cristianos fueron apresados, entre ellos Pelayo
y Hermogio, Obispo de Tuy, que con gran celo y cariño había educado a su sobrino Pelayo.
Tras un breve cautiverio, Hermogio fue puesto en libertad, pero no corrió la misma suerte el niño Pelayo, que fue llevado a Córdoba ante el Emir Abderrahmán.
El piadoso Pelayo no sucumbió a las tentaciones del Emir, quien le ofrecía riquezas a cambio de renegar de su fe y convertirse al Islam.
Su piedad lo llevó al martirio a la temprana edad de 10 años; pero su fe quedó intacta y su historia perdurará para siempre.
En honor a este niño mártir, se celebran nuestras fiestas, hoy es el día grande, San Pelayo es llevado en andas por vecinos del pueblo y acompañado por arroperos y forasteros que con gran amor, respeto y sobre todo alegría, bailan en su honor.
!VIVA SAN PELAYO!
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